Hace un año a través de esta revista nos referimos al título logrado por Chile en Santiago. Un logro que dejó muchas dudas pero que hoy ha sido reivindicado. Y eso es fútbol.
El cuadro chileno pudo superar el trauma de la renuncia de Sampaoli y no sintió ese cambio. La llegada de Pizzi, criticada en algún momento, no significó un cambio fundamental. Los nombres eran prácticamente los mismos, la actitud, también y eso se vio en los partidos. Punto aparte, lo que son las cosas… otro técnico que pasó por nuestro fútbol.
Pero Chile, salvo la derrota ante Argentina, fue de menos a más. Alcanzó su rendimiento máximo después de la primera fase. Pulverizó a México y después eliminó a Colombia. En la final, fue superior en muchas partes del partido ante Argentina y en los penales fue más efectivo.
Nunca desentonó. Bravo fue figura; Medel, en lo suyo, antipático y guerrero; Vidal, un caudillo que nunca desaparece y en el ataque, un Alexis Sánchez que siempre causa peligro, a pesar que en la final no destacó.
Esa fue la diferencia, Chile fue ordenado y tuvo a un equipo en la cancha. Su rival, era Romero, Mascherano y Messi. El resto no apareció. El equipo de Martino simplemente no tuvo la capacidad de resolver el partido en los 120 minutos y evitar los penales. Quiso ganarlo, pero no pudo y no aprovechó los momentos en que Chile – cortesía del juez Héber Lopes – y su juego fue simplemente discreto. Higuain perdió un gol – como en Brasil 2014 – que pudo cambiar la historia y Di María fue víctima de la falta de futbol.
En los penales puede pasar cualquier cosa. Y los primeros – los mejores – fallaron. Vidal y Messi erraron sus disparos. Pero hoy nadie se acuerda que Vidal falló. Solo sabemos que Messi no pudo anotar y que perdió una final más.
Hace un año escribimos esto de Messi: “La costumbre de verlo jugar y ganar en el Barcelona ha hecho que todos piensen que siempre jugará igual. Y no es así.” “Lio” no tuvo libertad, no tuvo socios y se perdió en intentos. Las comparaciones siempre serán odiosas, pero Maradona tuvo socios que hoy él no tiene.
Seguramente aquellos que criticaron su presencia y su actuación serán los primeros que pedirán que vuelva a su selección. Bienvenidos, así de ingrato es el fútbol. Lamentablemente, Messi tuvo que cargar la mochila pesada de ser comparado con el Diego y además, de que Argentina lleve 23 años sin títulos.
Por ahora, los chilenos podrán seguir festejando y con todo derecho.
Perú: ¿un nuevo renacer?
Antes de ir a Estados Unidos, eran más dudas que convicción. La lista de Gareca para muchos era una apuesta muy arriesgada. Dejar de lado a Zambrano, Pizarro, Advíncula, Ascues, Vargas, Farfán y Carrillo era competir en desventaja.
Los resultados terminaron dándole la razón al técnico. Si bien es cierto, el equipo peruano se fue invicto de la Copa, no podemos decir que la actuación fue sobresaliente.
Perú tuvo buenos momentos, como aquél primer tiempo ante Ecuador, pero sufrió mucho para hacerle daño a una débil Haití. Si mostró seguridad en defensa y la ratificación de que tenemos – esperemos sin sanciones – a un arquero como Gallese y a un encarador y Cueva, que ahora en Sao Paulo, debería crecer más todavía.
Fue un equipo solidario, que luchó hasta el minuto final. Una actitud que debería verse siempre: Todos corren, todos luchan.
¿Qué más dejó este equipo?
La necesidad de ver a nuevos nombres como Corzo, Trauco y Vílchez (ojo, que no es ningún jovencito) y la recuperación de Alberto Rodríguez. Eso sí, nos quedamos con las ganas de ver más tiempo a Benavente.
Pero pisemos tierra, volvamos a las eliminatorias que aún continúan. ¿Este equipo debería seguir jugando?. Sí, se lo ganaron. ¿Deberían volver los que no fueron a la Copa?, siempre y cuando tengan continuidad, compromiso y no rompan la hegemonía de este grupo.
No pidamos clasificación porque es algo difícil y casi imposible. Pidamos que, así como se dio en la Copa, los rivales vean a Perú como un equipo que se tiene que respetar.